Martín Alonso Tapia Osorio diseña y cose ropa especial para el mundo “Drag”
- Egresó del CONALEP Iztacalco y es un ejemplo de resiliencia, perseverancia y talento.
- En Facebook se encuentra como “Akiyama, diseñador de las estrellas” y es dueño de la marca de ropa “Maniátika”
Y se sonríe y se toca el cabello, junta sus manos nerviosamente para comenzar a hablar, a narrar cómo su esfuerzo, sus sueños y la vida lo han llevado a un mundo donde ha sido muy feliz: el diseño de modas.
Martín Alonso Tapia Osorio es egresado del CONALEP Iztacalco, en 2018 terminó la carrera Técnico en industria del vestido y ahora se dedica a vestir a los personajes “drags” más deslumbrantes del medio artístico.
Con 25 años de edad y un gran carisma, Martín sabe que el camino no ha sido fácil y que solo con convicción de lo que se desea en la vida se puede avanzar, aun cuando los obstáculos sean muchos.
Su incursión por el mundo de la moda inició cuando apenas era un niño preescolar y en medio de los probadores de un puesto de disfraces en el mercado de su colonia, en Ixtapaluca, Estado de México, admiraba en el espejo lo bien que lucía enfundado en un traje de vaquerito con el que participaría en un bailable de la escuela, brillaban mucho las lentejuelas de la camisa, dice, y eso lo hacía girar y girar, encantado frente al espejo.
De esos tiempos recuerda que su abuela Esperanza y su tía Regina lo consentían y le compraban sus vestuarios, que le gustaban tanto como las clases de la escuela donde podía imaginar y crear.
La escuela tradicional con sus múltiples materias no lo hacía soñar, en primaria, el solo saber que tendría que estar 6 años lo angustiaba, sin embargo, cumplía con los estudios y se esforzaba tanto que, de primero a quinto año, era el preferido del cuadro de honor escolar.
Para sexto grado algo dentro de él le recordó que vivir al pendiente de ese “escaparate” de las buenas calificaciones no era justamente lo que le gustaba y entonces decidió por el camino de la rebeldía: no entraba a clases, se quedaba a jugar en el patio de la escuela con otros amigos y después asumía el castigo correspondiente.
Esos fueron los días en que descubrió que su mochila en forma de guitarra lucía aburrida y decidió que cada semana la decoraría diferente, le cosía botones, holanes, etiquetas, agujetas, lentejuelas y mil detalles, no sería la mochila de cualquiera, sería la suya, el objeto más hermoso y especial que lo acompañaría distinguiéndolo entre todos sus compañeros.
Los 7 gatos que vivían en su casa lo veían cambiar en sus gustos y aficiones, también lo vieron incorporarse a la escuela secundaria donde el estrés ya no lo agobió tanto, porque solo estaría ahí 3 años. En este periodo conoció el encanto del teatro de la mano de su padre y se maravilló con los vestuarios, con sus colores y sus texturas.
En la escuela le gustaba la historia, le fascinaba leer e imaginar la vida de personajes importantes y fue la de Frida Kahlo la que lo inspiró para no estancarse y hacer lo que todos hacen, lo inspiró para no bajar la guardia e ir a buscar sus sueños.
En ese tiempo, su hermana Diana Laura, 5 años mayor que él, gustaba del “anime” y ella lo introdujo a una exposición en Tlatelolco de “TNT”, “manga”, “comic” y “anime”, lo que lo enloqueció con tanto color, expresión, luz y movimiento.
Para ir a ese festival Martín decidió hacer su propio traje, le cosió plumas rojas a un gran sombrero y lo acompañó con un expresivo maquillaje, además de botas con plataforma muy alta y camisa negra a rayas blancas.
Después de esa experiencia, siguieron más festivales como el Fashion Week Harajuku al que llegó caracterizado de mujer con un gran vestido largo y con volumen. Quería ser la “mujer” más atractiva, la más llamativa. Martín sentía mucha atracción hacia lo femenino y él creaba, combinaba, ajustaba y usaba los vestuarios, estaba contento.
En los festivales conoció gente y ahí empezó a relacionarse, a involucrarse más con el mundo de la moda y la alta costura. Para poder cumplir sus sueños, tuvo que aceptar malos pagos y situaciones incómodas como el acoso, no obstante, eso no lo detuvo y empezó a participar en concursos como el Nacional de Cosplay, “el juego de disfrazarse”.
Su abuelita Esperanza siempre lo ha apoyado y para participar en Cosplay lo ayudó a confeccionar un traje de bailarina de circo con tutú, con el que pasó a la final quedando en segundo lugar a nivel nacional.
A raíz de ese logro sus padres reconocieron su gran talento para la costura y le compraron una máquina de coser, misma que durante el tercer año de secundaria le quitaron para venderla, por dificultades económicas en el hogar.
Pero ese no era el problema real que lo atormentaba mientras realizaba estudios de secundaria, para entonces sus “gustos especiales” por la costura y su incipiente inclinación por el sexo opuesto lo hicieron víctima de bulling y crítica de sus compañeros.
Casi para terminar la escuela secundaria, su hermana Diana Laura decidió irse de casa y antes de hacerlo le regaló a Martín información que le cambiaría la vida: “Ve al CONALEP, ahí vas a aprender bien lo que te gusta hacer”.
“Cuando llegué al CONALEP Iztacalco me sentí en el campus” dice sonriendo Martín y mira hacia la izquierda, recordando esos buenos momentos. Su primer año fue de autoconocimiento, se inscribió a todos los concursos de disfraces gracias al apoyo de su abuela.
En el CONALEP aprendió lo que le hacía falta: la teoría y la constancia. De excelentes maestras, como Ayda Castillo Alonso y Martha Argelia Camacho Velázquez, aprendió la paciencia, así como un profundo amor y respeto por la tela y el hilo; ellas, para graduarse, lo asesoraron y creó un vestido inteligente con el que se retiró con honores del CONALEP.
En 2016 Martín creó la página de Facebook “Akiyama, diseñador de las estrellas”, abrió un programa radiofónico llamado “Víctimas de la moda” y estrenó su marca de ropa “Maniátika”, para vestir a gente a la que le gusta la ropa especial y diferente. Ha vestido a personajes del mundo “Drag” como “Suculenta” y AEon, entre otros. Ahora, un nuevo deseo nace en la mente del diseñador: crear lencería masculina.
Martín mira al pasado y vuelve a sonreír, porque gracias a él está ahora donde está y es quién es hoy: una persona sensible, enamorada y apasionada de lo que hace. Sigue cosiendo Martín, cose en tu vida y en la de muchos, bellos vestuarios y grandes emociones.


---000---
Facebook
Twitter
Youtube
Instagram
TikTok